viernes, 31 de mayo de 2013

Ave María N° 4

Ave María N°4

Entre ayer y hoy llegaron a la Sede Apostólica dieciocho obispos para participar en el Sínodo que hemos convocado con el fin de llevar adelante, la próxima reorganización de la Iglesia Católica.
Como ustedes saben, hace muy poco tiempo sufrimos la gravísima traición de Vladeci Pereira Sarmento, conocido como Makarios de Menelik y que fue creado por Nos Cardenal de la Santa Iglesia. Esta defección nos recordó mucho a dos anteriores: la de Christian Chino y la de Sebastián Fernandez.
El primero, Cardenal también, fue mucho más directo que Pereira Sarmento, porque en su declaración, en su acto de rebelión intentaba deponer al Papa León XIV y convocaba a un nuevo cónclave. Neutralizado junto con sus aliados inmediatos, fue expulsado de la Residencia Apostólica de Moreno, refugiándose con Sebastián Fernandez, el traidor. Éste en los primeros tiempos de la Iglesia, aún cuando fue uno de los que más trabajó en el Cónclave, se reveló contra la Verdad Divina, contra el Dogma Católico.
Los apóstatas, queridos fieles, no se convierten en prevaricadores de un día al otro, sino poco a poco.
Poco a poco se hacen más y más perversos, poco a poco van cobrando el carácter del Demonio, no porque hayan sido buenos alguna vez, siempre estuvieron perdidos por Satanás, por el Demonio, que es su Padre. La Apostasía es el signo de éstos tiempos. En el seno de la Iglesia hay muchos apóstatas que esperan el momento para dar el golpe fatal, que creen que las Tinieblas podrán prevalecer y así, cumplir los deseos de Satanás.
¡Pobres! ¿Acaso ignoran que Dios protege a su Iglesia? ¿No saben que la Santísima Virgen nos cubre con su velo y ruega por Nosotros? Os pedimos, carísimos que mediten cada día el Misterio de Nuestra Señora de la Compasión, abogada de la Iglesia Católica. Vean a la Madre con el cuerpo de su Hijo en brazos, llorando por la muerte que le dieron los judíos... pero con la fe sincera de que resucitaría. Hoy, la Santa Madre nos tiene en brazos, hoy ella nos consuela.
Carísimos, en éstos días en los cuales obispos y sacerdotes se comunican, vienen a participar de los preparativos del Sínodo, nos sentimos muy felices, porque notamos en ellos la fidelidd que a muchos les falta, notamos la fe de estos obispos que provienen de toda América, de Europa y pronto del África. Sabemos que ellos están felices y alegres de ponerse a disposición del Vicario de Cristo. Ellos son los obreros que el Señor ha mandado para trabajar en sus campos, los cuales, carísimos, necesitan, como nunca, de sus oraciones.

Ave María Purísima...